Thursday, July 05, 2007

música libre

El martes pasado un cuarteto de interpretes, como cuatro vestales, se plantó en medio de la plaza de Oriente y se dedico durante una hora y pico a buscarse recorriendo escalas. Hubo un quinto intérprete: el viento. Y ellas lo acogieron como a una de las suyas, su hermana (y el viento se hizo hembra). Hacer que el viento sople como si fuera un instrumento sin instrumento, sólo viento, encerrado en sí mismo.

Cosas como estás suceden por casualidad y conforman casualmente la belleza: belleza y azar, ciencia del caos. Wasenberg, retirado ahora a su torre calatraviana de marfil, lanza desde Valencia guiños al viento: la ciencia de la belleza ha demostrado sobradamente que nada es predecible (sólo podemos predecir que nada es predecible)... Espero con paciencia a que acaben de interpretar una de las arias de la Flauta Mágica y me dejo llevar por mis pies a la zona del Nuncio, a reirme de los snobs como yo que se pasean por La Latina.

Me pregunto dónde nos habrá puesto Dios el disco duro, y cómo diablos se recuperan los archivos. Sobre esto de los archivos llamados recuerdos escribiré otro día, pero lo cierto es que el sistema operativo suele dar error cuando se trata de recuperar algún recuerdo concreto. Eso en el mejor de los casos. Lo normal es que haga caso omiso de tus requerimientos y se ponga a cargar versiones antiguas de recuerdos que te habías molestado en retocar a tu gusto. Siempre en el momento más inoportuno...

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